El proceso de recuperación de la homeostasis puede resultar sinuoso, en parte por nuestra continua interacción con un entorno exigente y en permanente cambio, por lo que es imprescindible realizar una re-evaluación permanente de la evolución del paciente, la efectividad del tratamiento y los objetivos del mismo, tanto funcionales como temporales, para realizar los ajustes necesarios que nos devuelvan a la senda correcta.